grillosazules

Si le interesan mis temas me pueden escribir a grillosazules@gmail.com que de seguro le responderé, y ya está.

Saturday, August 09, 2008

Ela Calvo en el Gato Tuerto

Soy de las que no conoció la Zorra y el Cuervo o el Gato Tuerto en sus mejores tiempos, como se dice en la calle, de cuando el gato era gato y la zorra zorreaba en la Rampa, y nada, la razón es que no soy habanera, algo que sin duda tiene mucho que ver con la forma de caminar o la de elegir una ensalada, pero desde que llegué por los setenta a la capital me añadí al tren de los amaneceres noctambulantes, con amigos y amigas apasionados al jazz o al feeling, entre los que descargaban una pila, entre ellos Ela Calvo, una mujer imperecedera a quien he vuelto a ver anoche en toda la grandeza de su poder exquisito.

La misma voz de timbres graves, su colosal sentimiento y esa mística comunicación que sobrevuela entre el público que va más allá de los aplausos o los compromisos. La gloria eres tú, Te vi llorar, Contigo en la distancia u otras conocidas de su repertorio memorable estuvieron allí. Y lo que me vino a la mente cuando bajaron las luces y ella se hizo dueña del pequeño escenario fue pensar que siendo yo todavía una adolescente ya Ela era una estrella, hoy ya yo estoy casi a punto de anotarme en el club de los 120 años y para la dama del sentimiento nada ha cambiado ni en su voz, ni en su imperio escénico.

Ya no suelo visitar con frecuencia estos sitios nocturnos, salvo cuando los amigos o amigas de aquellos y estos tiempos vienen a Cuba a ver a sus familiares, es entonces cuando saco los vestidos, aquellos brillos y las banalidades que de otra manera se enternecerían en el closet. Mis viejas amistades siempre regresan a tomar algo prestado de las nostalgias pasadas, como ahora que Marisela vino desde España, o Sonia desde Bélgica, para lagrimear entre copa y copa con un buen boleron cubano y rociar con nuevas angustias al viejo Gato.

Porque ningún proyecto es perfecto y aunque cada cual tiene una vida consumada siempre hay roturas en el corazón de las que no escaparemos nunca. Las escucho y pienso que son las dos de la mañana y afuera La Habana celebra carnavales. La Piragua, el Malecón, Paseos, lechón asado y comparsas. ¿Se habrán imaginado qué sucedería si a todos los cubanos les gustara el feeling como les gustan los carnavales?

Creo que a este gato habría que pasarle la mano hasta el rabo sobretodo si levantaran las restricciones de los viajes y llegaran avalanchas de turistas deseosos de conocer y de gastar su dinero en La Habana. Lo digo por detalles como el agua que no circula bajo la fuente del legendario puentecillo de madera de la entrada, y en su lugar hay un hedor desagradable a espumosa cerveza ya digerida y embalsamada.

Pero con el espectáculo está todo bien, eso sí, y con el resto de quienes lo acompañan, el lujo de escuchar a el Guajiro en la batería, a Caramelo en el piano y a William en el bajo es inigualable, también a Magda la mulata, y hasta a la neogeneración de David Torrens quien llegó con su estilo graund a interpretar a un Bola inolvidable, para terminar haciendo el dúo de la noche con la Sonia emigrada. Yo se que elucubrar libando alcoholes tropicales no toca claxon, por lo que dejó entonces algunos próximos sueños a la buenaventura del aire para seguir remediándonos a través de las melodías de Ela Calvo.

La dama del sentimiento sigue siendo una estrella
















Sunday, August 03, 2008

Es obvio que ya nada cambiará las cosas


He leído que la niña Madeleine McCann murió el 3 de mayo de 2007 en un apartamento de Praia da Luz. ¡Guao! Ahora la situación se torna como un accidente donde una pareja de testigos vio esa noche a su padre, Gerry, caminando con su cuerpo en los brazos hacia la playa, y no como una misteriosa desaparición según se había informado.

El jefe de aquella investigación, Gonçalo Amaral, ahora se ha encargado de divulgar esta noticia, claro, después de renunciar a la policía y escribir un primer libro que narra todos los acontecimientos a que tuvo acceso sobre la pequeña, y a quién o a quiénes habrá que echarle las culpas.

La cuestión es que los padres, según la nueva versión, temiendo que los servicios sociales les quitaran a los otros hijos, se ocuparon de borrar todas las pruebas, incluidas las llamadas que hicieron desde sus móviles, y sus amigos, dieron versiones contradictorias de lo sucedido.

Por otra parte se habla de que la diplomacia británica intervino con gran poderío para proteger a los McCann con una burbuja mediática, y ese blindaje impidió a la policía investigar con calma, que no obstante, logró reunir los indicios suficientes para implicarlos, hasta que el propio Gobierno portugués se encargó de apartar del caso al propio Amaral, que oficiaba como jefe de la investigación, y todo el mundo se quedó sin escuchar a los testigos cruciales. El proceso quedó irremisiblemente archivado por falta de pruebas.

Se puede pensar que Amaral tratará con este libro de recobrar su crédito profesional, mientras afirma que aún falta mucho por contar de esta historia en una segunda entrega que apunta a convertirse en una saga porteana, pero lo peor es que ya de Maddie ni se habla, ya no copa las conversaciones ni sale en las páginas de papel o en las pantallas de plasma.

La niñita que tanto dio que hablar en otras partes del mundo, digo yo, porque aquí en mi país nada se dijo, no existe ya ni en la imaginación, ha hecho plop como una pompa de jabón. Claro que tampoco sería bueno saturarnos con las desgracias de este mundo loco, en eso estoy a favor de no darle bola a la roja a las calamidades, que con las que hay nos bastan, aunque si vamos a ver más cerca tampoco podemos vivir de espaldas al canto o al llanto.

En fin, que me da pena la soledad de la Maddie o la penumbra de un caso policial que más que eso, parece la ficción más elaborada del séptimo arte, gracias a la manipulación de los medios y los dimes y diretes de investigadores, policías o poderosos. Lo que sí es obvio es que ya nada cambiará las cosas.