grillosazules

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Sunday, March 15, 2009

El mismísimo Museo del Louvre en plena Habana


Mario Jacob me decía hoy domingo en la tarde que nunca había visitado completamente el Louvre a pesar de vivir a sol pocas cuadras de sus puertas, y la razón es, según me explica, que su economía de fontanero no le permitía ese lujo de entrada, pero ahora que se encontraba frente a las grandes obras de ese museo era como si ya hubiera completado sus visitas.

Rembrant, Goya, Tiziano, Miguel Angel, Rafael, Giotto, Van Eyck, El Bosco, Velázquez, Cabaletto, Vernet, El Greco, Rousseau, Rubens, Murillo, Chasseriau desfilan ante las asombradas miradas como un regalo impensado para el hombre de a pie de esta ciudad.


Más de 100 obras abarcadoras de distintos períodos de la historia pictórica del mundo adornan los muros del Castillo de la Fuerza. Seis siglos de pintura europea la rodean para deleite de turistas como el italiano Mario y aquellos amantes del arte universal.

La más famosa y la que hace que los visitantes se congreguen en tumulto frente a ella es La Gioconda, de Leonardo Da Vinci, majestuosa en su misteriosa sonrisa bajo el sol de marzo.

Poco importa que sean copias, lo interesante es que están ahí las imágenes, fotografiadas en alta resolución e impresas sobre vinyl para que sean disfrutadas por el público como si realmente estuvieran observando las originales.


Ha sido la labor de una fotógrafa la que ha traído el arte hasta las largas murallas frente el malecón habanero, por donde desfilan lentos los autos como para atrapar el acontecimiento. La primera exposición itinerante francófona en esta parte del continente fue en República Dominicana adonde llevaron 122 cuadros de los más grandes representantes de las escuelas francesa, nórdica, italiana, española, danesa, alemana e inglesa desde el siglo XIII hasta mediados del XIX. La de aquí no se queda atrás.

Creo que en una hora he visto lo que me hubiera costado más de tres días en mi país, dice alguien de procedencia muy rosada, pero lo más simpático son los gestos de los niños, el que estaba a mi lado se reía a carcajadas al observar la estrafalaria originalidad de Arcimboldo en su cuadro El verano (1573).

Nada que la capital por estos días tiene entrada gratis al mundo del arte universal, mientras los artistas zanqueros invaden con su contagiosa conga las áreas de la Plaza de Armas.